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Reunión en Buenos Aires de Cinco Países: Respuesta a la Formación de JCR
A principios de 1974, los informes de inteligencia procedentes de Argentina informaron de la formación de una alianza internacional de grupos revolucionarios de izquierda, la Junta Coordinadora Revolucionaria (JCR). Los líderes de la JCR y los representantes de otros grupos de izquierda latinoamericanos se reunieron en Mendoza en enero de 1974, una reunión detectada por los militares. Sin embargo, públicamente también hubo informes de prensa de Lisboa y Buenos Aires en los que la JCR anunciaba formalmente la alianza revolucionaria.

Al informar posteriormente a funcionarios de la embajada estadounidense, el comisario de la Policía Federal Argentina, Luis Margaride, dijo que en esa reunión el dirigente del ERP “Santucho fue elegido para asumir el papel que jugó anteriormente Che Guevara”:
Margaride se refirió a la conferencia de terroristas en enero de 1974 a la que asistió Santucho y afirmó que la reunión incluía a terroristas de todos los países latinoamericanos. Dijo que en febrero de 1974 se realizó una conferencia de los jefes policiales de los países de América Latina. El tema de la conferencia era cómo combatir a los terroristas.
- LEER MÁS: CIA National Intelligence Daily, Top Secret, 23 de junio de 1976 (Colección Chile)
- LEER MÁS: CIA “Reunión de los servicios de inteligencia de Argentina,” 25 junio 1976 (Argentina Project 2019, folder “FBI Operation Condor” 307319/1)
Se intensifica la cooperación
Las organizaciones de seguridad de los países estaban a punto de intensificar la cooperación que hasta ese momento había sido bilateral y relativamente informal. Argentina, cuyo gobierno era todavía civil y estaba dirigido por el eterno hombre fuerte Juan Domingo Perón, convocó a los representantes de las fuerzas policiales y de seguridad de los países vecinos, todos ellos con regímenes militares, para que se reunieran en Buenos Aires del 27 de febrero al 4 de marzo. La Policía Federal Argentina organizó el evento, descrito como “una reunión internacional para el estudio e intercambio de antecedentes sobre grupos subversivos”. Incluyó a representantes de Chile, Uruguay, Bolivia y Paraguay. Brazil no participó porque el encuentro tuvo lugar durante del carnaval de Río. Sin embargo, la policía brasileña había estado en contacto reciente con Argentina respecto de intercambiar información sobre la subversión izquierdista.
El término paraguas “Cóndor” puede utilizarse para describir todas estas actividades de cooperación desde 1973 hasta principios de la década de 1980. En su conjunto constituyen un fenómeno continuado de coordinación transfronteriza, el más intenso y mortífero de los cuales fue la Operación Cóndor, lanzada en noviembre de 1975. “Cóndor” se ha convertido en un término general para referirse a todas las actividades coordinadas del periodo, ya sean unilaterales, multilaterales o parte de la alianza formal de la Operación Cóndor.
Unos meses antes, en el momento del violento golpe militar de Chile, algunos de los países ya habían enviado funcionarios a Chile para realizar interrogatorios entre los 800 extranjeros acorralados en los centros de detención masiva. Casi todos los prisioneros extranjeros eran ciudadanos de los otros países del Cono Sur. Ese tipo de cooperación había sido ad hoc e informal, pero estaba a punto de volverse más organizada cuando la policía y algunos oficiales de las fuerzas de seguridad intercambiaron ideas en Buenos Aires.
La iniciativa era claramente de policía a policía, y el nivel de participación por parte de los servicios de inteligencia militar no está claro. La policía, no así los militares, tenía una tradición de cooperación legal contra criminales internacionales a través de la Interpol (Organización Internacional de Policía Criminal). Existían límites legales estrictos para este tipo de actividad policial y no se podía utilizar a Interpol para delitos políticos. Un puñado de casos de entrega de detenidos políticos a través de las fronteras entre Uruguay y Brasil entre 1969 y septiembre de 1973 parecen haber sido extensiones ilegales de estas normas legales de Interpol.
La DINA se involucra
Se confirman las fechas y el alcance de este encuentro en un documento de la Junta Militar en archivos chilenos. Es una carta del general Ernesto Baeza, dirctor de la Policía de Investigaciones, solicitando autorización de la Junta para financiar el viaje de una semana. También revela que la DINA chilena, a comienzos de 1974 y aún en la etapa de organización y entrenamiento, participó en la delegación chilena, pero en un segundo plano:
Como es de conocimiento de US, el Jefe de la Policia Federal Argentina, General de Brigada, señor Miguel Angel Iñiguez ha invitado al Jefe de la Policía de Chile a una reunión internacional para estudio e intercambio de antecedentes sobre grupos subversivos que operan en el continente. Considerando la magnitud e importancia que dicho encuentro reviste para nuestro país, esta Superioridad solicita la autorización correspondiente de la Honorable Junta de Gobierno para recurrir al evento mencionado, a cual ya han comprometido su participación delegaciones de otros países.
La delegación estará presidida por el suscrito e integrado por el Asesor Juridico don René Navarro Verdugo y por el Coronel de la Fuerza Aerea don Mario Jahn Barrera de DINA.
El coronel Jahn era, en ese momento, el número dos de DINA, el vice director y jefe de la “Subdirección Exterior”.
- VER DOCUMENTO EXCLUSIVO: Carta del general Ernesto Baeza al ministro del Interior [Gen. Raúl Benavides), 25 de febrero de 1974. Obtenido en el Archivo Nacional de la Administración del Estado, ARNAD, Chile. Agradecimientos a Brad Eidahl por señalar este documento.
Baeza hace una propuesta agresiva
Más detalles sobre la reunión secreta salieron en una revista peronista de izquierda, El Auténtico, que publicó en 1975 lo que afirmó que fuera “una versión taquigráfica” del encuentro. El relato de la revista pasó inadvertido durante muchos años, hasta que el periodista Roger Rodríguez lo desenterró en un archivo y proveó una copia pdf. Según la revista, asistieron además de los representantes de Argentina, Bolivia y Chile, el uruguayo Víctor Castiglioni, jefe de la unidad de inteligencia de la policía, y un agente de seguridad u oficial policial boliviano no identificado. El artículo esboza una agresiva y detallada propuesta por parte del chilena Baeza:
La Delegación de Chile somete a consideración de ustedes las siguientes ponencias:
—Primera Ponencia, acreditar en cada embajada un Agregado de Seguridad, que pueda ser miembro de las Fuerzas Armadas o de la Policía (…) cuyas funciones básicas serían la coordinación con la Policía o el encargado de Seguridad de cada país o los varios organismos locales…
—Segunda Ponencia, en forma similar a lo que tienen Interpol en París, tener también nosotros una Central de Informaciones, donde podamos requirir datos de individuos que son marxistas…
—Tercera Ponencia, intercambios programados e imprevistos de personas: que nosotros podamos venir, ir a Bolivia y Bolivia pueda ir a Chile, y que podamos venir a la Argentina nuevamente (…) que podamos llegar directamente con toda confianza a cualquier de los organismos de Seguridad de cualquiera de los países, y exponer a qué venimos, que no necesitemos previamente una invitación formal…
—Cuarta Ponencia, la necesidad de establecer un canal de comunicación. (…) A manera de ejemplo sugiero dos canales, uno formal que podría ser el Agregado de Seguridad, y uno directo entre los Servicios de Seguridad, para lo cual podríamos ocupar la red ENTEL de teléfonos con el sistema de inversores…
—Quinta Ponencia, la necesidad de establecer un intercambio de becas para entrenamiento en el trabajo sin necesidad de cursos….
El boliviano no identificado quería ir más allá. Debían impedir que viajaran los refugiados de izquierda dentro de Argentina y que los mantuvieran bajo vigilancia.

El representante argentino, el comisario Alberto Villar, el número dos en la Policía Federal. Dijo que no habría problema si Chile y Bolivia querían desplegar agentes de seguridad a zonas fronterizas críticas, como Mendoza y Salta. (Más tarde, Villar organizaría escuadrones de la muerte bajo el alero de la AAA, también conocida como la Triple-A. Estos escuadrones matarían a cientos de personas de izquierda durante del gobierno de Perón.)
Una cooperación incipiente
Un informe de la CIA de mayo de 1976, contrastó esa incipiente cooperación con la coordinación mucho más intensiva de Operación Cóndor, ya en plena actividad. Según la CIA:
A comienzos de 1974, las fuerzas de seguridad de Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay y Bolivia se reunieron en Buenos Aires para preparar acciones coordinadas en contra de blancos subversivos. [seis líneas tachadas] Desde entonces [dos líneas tachadas] los argentinos han realizado operaciones antisubversivas conjuntas con los chilenos y uruguayos. Sin embargo, hasta hace poco, no había evidencia de que esta cooperación fuera extensiva o muy efectiva.
Se desconoce cuánto de las propuestas de los jefes de policía fueron finalmente implementadas. Pero no cabe duda de que cooperación entre las fuerzas de seguridad aumentó significativamente durante el siguiente año y medio.
Por supuesto, el caso más notorio fue el asesinato, en octubre de 1974, del rival y predecesor de Pinochet como comandante en jefe del Ejército chileno, el general Carlos Prats. El asesinato con coche bomba fue obra de agentes chilenos que operaban en Buenos Aires, sin duda con el permiso, al menos tácito, de las fuerzas de seguridad argentinas.
Chile ejecutó otra operación en Buenos Aires el mes siguiente cuando el exiliado chileno William Beausire fue secuestrado en el aeopuerto Ezeiza de la capital argentina y trasladado de regreso a Chile. Beausire, un ciudadano británico, no tenía militancia política, pero su hermana Mary Anne Beausire era compañera de Andrés Pascal Allende, el líder de la resistencia clandestina. Beausire fue secuestrado en Villa Grimaldi, el campo de tortura de la DINA, por varios meses y después lo hicieron desaparecer.
En total, según la base de datos recopilada por el autor, 119 personas fueron secuestradas en acciones transfronterizas coordinadas en el período comprendido entre la reunión y la creación formal de la Operación Cóndor (marzo de 1974-noviembre de 1975). De estas víctimas, 48 fueron asesinadas y 71 sobrevivieron. La gran mayoría tuvo lugar en Argentina, y la gran mayoría de las víctimas eran uruguayas (66) y chilenas (48).