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Una década cuando la represión cruzaba fronteras
Los setenta fue una época en que la represión en masa comenzó a cruzar fronteras. Dictaduras militares dominaban gran parte de Sudamérica, resultando en masivas violaciones a los derechos humanos. Era un período de guerra total para erradicar a las organizaciones democráticas, socialistas y a menudo marxistas que confluyeron en un movimiento internacional a favor de cambios sociales radicales. Los militares y sus adherentes civiles en la derecha definieron como enemigos a sus compatriotas que participaban en estos partidos y organizaciones políticas de izquierda. Pero debido a que el movimiento se había tornado internacional, las dictaduras consideraron, cada vez más, a los jóvenes de otros países como enemigos. Los extranjeros fueron catalogados de “subversivos”, “terroristas” y “extremistas” que debían ser temidos, perseguidos, encarcelados y, en muchos, muchos casos, torturados y asesinados. Las fronteras nacionales ya no tenían importancia, y el refugio, el estatus migratorio y las leyes mismas no ofrecían protección alguna.
La xenofobia política no era para nada un fenómeno nuevo en América Latina, especialmente ante la emergencia del fervor revolucionario desencadenado por la revolución cubana. Pero la detención masiva de extranjeros —eso sí era algo nuevo. Los organismos policiales y de inteligencia que operaban al interior de los demás países; la coordinación y el intercambio de inteligencia entre países, cubriendo la mayor parte de Sudamérica; los ilegales y secretos traslados de prisioneros hacia sus países de origen para ser torturados y eventualmente asesinados; acuerdos y alianzas internacionales para hacer todo lo anterior de manera sistemática y eficiente: todo eso jamás había ocurrido en la historia de América Latina. Y llegó a tener un nombre: la Operación Cóndor. El Plan Cóndor no fue el único mecanismo de represión transnacional en este periodo, pero fue lejos el más sangriento. Y sus equipos fueron mucho más allá de las fronteras de sus países miembros para lanzar asesinatos y otras operaciones, como en Estados Unidos, México y Europa.
Un sistema brutal
Los militares concibieron este brutal sistema como la respuesta internacional a una amenaza internacional. Sin embargo, como un irónico giro de la historia, las atrocidades cometidas por las dictaduras del Cono Sur generaron, a su vez, un enorme movimiento internacional de derechos humanos que a la larga se convertiría en un importante catalizador para llevar a cientos de militares ante la justicia. Los crímenes internacionales engendraron investigaciones internacionales fuera del control militar. Hasta el gobierno de Estados Unidos, alguna vez el más acérrimo aliado de los regímenes militares de derecha, desplegó el FBI para investigar, con éxito, al servicio de inteligencia chileno por un crimen cometido en Washington, D.C.
De hecho, la campaña en contra de supuestos enemigos extranjeros surgió primero en Chile, luego del derrocamiento del Presidente socialista Salvador Allende en septiembre de 1973. En los días y semanas que siguieron el golpe, los militares demonizaron a los “extremistas extranjeros” y comenzaron a detener a cientos de exiliados de otros países de la región que ya se encontraban bajo bota militar. Más de 800 extranjeros fueron encarcelados en improvisados campos de concentración, como el Estadio Nacional en Santiago. La mayoría era de países cercanos que eventualmente se integraron a la alianza Cóndor; 49 extranjeros serían ejecutados o desaparecerían. Chile invitó a agentes de inteligencia de algunos de esos países, notablemente de Brasil, Uruguay y Bolivia, a participar en los interrogatorios.
Era un ensayo de la nueva era que se avecinaba, de la intensa coordinación represiva transfronteriza en esos países.
Hallazgos de una investigación definitiva
Fuente: Extractos adaptados de Capítulo 1 pp 1-4
Este libro es una extensa ampliación de la investigación publicada en mi libro de 2004, Operación Cóndor: Una Década de Terrorismo Internacional en el Cono Sur, con capítulos y resultados nuevos basados en información solamente disponible recientemente. Aquí presento una narrativa investigativa definitiva sobre este período de singular represión internacional: Los años del Cóndor. Cubre desde aproximadamente el golpe militar que derrocó al Presidente Salvador Allende en 1973 hasta el retorno a un gobierno constitucional en Argentina en 1983. Se sustenta en buena medida en nuevas fuentes que se hicieron público en los 2010s. Las monumentales investigaciones judiciales de la Operación Cóndor en Argentina y Chile terminaron en condenas y sentencias de prisión para docenas de militares. Lograron reunir los testimonios y evidencia de fuentes militares que por primera vez rompieron el pacto de silencio. En Italia, una tercera investigación también se ha terminado, utilizando mucha de la misma evidencia nueva. Los expedientes de esos casos acumulan decenas de miles de hojas de evidencia, y ahora se puede acceder a ellos. Adicionalmente, en 2019 el gobierno de Estados Unidos completó la más grande desclasificación de informes de inteligencia de la CIA y el FBI sobre la región que se haya realizado. Dos oficiales de inteligencia de EE.UU.—Fred Latrash de la CIA, y Robert Scherrer del FBI, cuyo trabajo se revela en los nuevos documentos—encarnan la íntima relación de Estados Unidos con los agentes y servicios operativos del sistema Cóndor. Los agentes Cóndor consideraban a sus contrapartes estadounidenses como colegas y aliados de confianza y compartían detalles operativos secretos con ellos. Los nuevos documentos en muchos casos revelan los nombres de las fuentes militares de Uruguay, Paraguay y Argentina que les contaron a Scherrer y Latrash por primera vez sobre Cóndor. Este amplio tesoro de información ofrece una ventana inédita hacia el interior de los sistemas militares, donde soldados y oficiales revelan, aunque renuentes, cómo sus campañas transnacionales fueron organizadas y llevadas a cabo.
Nuevos Hallazgos Exclusivos de la Investigación
- Conocimiento de EEUU: La evidencia ahora disponible muestra que la CIA sabía de la existencia del Cóndor a poco más de tres meses de su creación. Hacía tiempo que la CIA alentaba la idea de una mayor coordinación entre las fuerzas militares de la región, especialmente en el área de inteligencia y comunicaciones. Cuando la nueva organización se discutió en los primeros cables norteamericanos no fue vista con alarma, sino como una reacción lógica ante la coordinación internacional de grupos armados de izquierda. El Cóndor fue visto como una comprensible y hasta laudable actualización de las capacidades de inteligencia de los respectivos países.
- Una relación íntima: Los organismos de inteligencia de Estados Unidos sostuvieron detalladas interacciones de inteligencia con los organismos y agentes responsables de los crímenes de Operación Cóndor mientras estaban en marcha, incluyendo la lectura de informes de interrogatorios a prisioneros bajo tortura. Aunque esta relación puede ser correctamente calificada de complicidad, de acuerdo a toda la evidencia disponible, esta investigación concluye que ningún agencia del gobierno de Estados Unidos participó en la creación de Operación Cóndor ni en la identificación de sus blancos o la realización de sus operaciones. No obstante, las autoridades estadounidenses fueron informadas en gran detalle sobre los planes de Cóndor, incluyendo los nombres y la ubicación de sus blancos en Europa.
- Fracaso en prevenir asesinato de Orlando Letelier: Hay pruebas convincentes de que los servicios de inteligencia estadounidenses y altos funcionarios del Departamento de Estado habían obtenido información que, de haberla utilizado, podría haber evitado el asesinato de Orlando Letelier en Washington–considerado el peor acto de terrorismo internacional cometido sobre suelo estadounidense hasta el 11 de septiembre de 2001.
- El Comando Central en Argentina: Por primera vez podemos describir la estructura, actividades, personal, y dirección física del “Comando Central de Cóndor”, la sede operativa en Buenos Aires que llevó a cabo la gran mayoría de los secuestros y asesinatos transnacionales y el entrenamiento y ejecución de las operaciones europeas.
- Cien millones en confiscaciones: Conocemos los detalles de las operaciones transnacionales para rastrear y confiscar altas sumas de dinero para el enriquecimiento de los servicios de inteligencia, obteniendo casi $100 millones desde las cuentas bancarias de las organizaciones de resistencia en Europa y otras partes.
- Operación Teseo: Sabemos ahora que estuvieron en marcha no una sino por lo menos ocho misiones del Cóndor en Europa y Estados Unidos durante 1976, y otras nueve operaciones en 1977-80. Los informes de inteligencia recientemente desclasificados muestran que, sorprendentemente, casi todos fueron detectados en la marcha por la inteligencia norteamericana y europea. Los blancos fueron chilenos, uruguayos y argentinos, tanto militantes y líderes de organizaciones políticas, como activistas en las campañas de derechos humanos.
- Las vidas humanas: Finalmente, y tal vez la dimensión humana más valioso de las nuevas investigaciones: ahora es posible compilar una lista precisa y exhaustiva de las víctimas de Operación Cóndor y las campañas transnacionales relacionadas. En muchos casos, se cuenta las historias inéditas de las detenciones, interrogaciones y los últimos días de las personas victimas, muchos de ellos con familias jóvenes. La tragedia y la injusticia acumulada para esas víctimas constituyen la brújula moral de este libro.
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Una versión en inglés del libro se publicará con el título Hunting Enemies Abroad: South American Dictatorships and US Complicity in the Condor Years (The New Press 2022 forthcoming), título provisorio.