por Pascale Bonnefoy M. (Click here to read this article in English)
En Chile era un susurro escalofriante que corría de boca en boca. Fuera del país, la imagen de cuerpos flotando en el río Mapocho se convirtió en símbolo de la represión pinochetista. Más 60 cuerpos fueron arrojados a ese río en las primeras semanas de dictadura militar; unos 47 de ellos fusilados en el Puente Bulnes, según quedó anotado en la morgue.
Sin embargo, la figura podría ser mucho mayor, si se considera que otros 192 cadáveres fueron hallados en la “vía pública”, sin que el SML detallara el lugar de muerte y dado que muchos cuerpos no llegaban a la morgue con un parte policial que indicara el lugar de deceso.
El componente psicológico de la “guerra” decretada por la Junta Militar el 12 de septiembre de 1973 tenía varias vertientes. Una era la desaparición física de los cuerpos. Otra era convertir a la vía pública y el río y los canales que cruzan la capital en vertederos de cadáveres torturados y acribillados a modo de aterrorizar a la población. Para ese macabro escenario sirvió el río Mapocho, y el puente que une la calle Bulnes con la carretera norte fue uno de los paredones preferidos.
En esa época, los alrededores del Puente Bulnes eran un basural. Se comenzó a utilizar como sitio de ejecución el 19 de septiembre, de acuerdo a los registros de la morgue que consignan el lugar y fecha de muerte de las víctimas, pero podría ser antes. Según estos registros, hubo fusilamientos colectivos el 19, 20, 23 y 24 de septiembre y el 14 de octubre, con otras ejecuciones aisladas entre esas fechas. Al menos de acuerdo al libro de ingreso de fallecidos, el último fusilado en el Puente Bulnes llegó a la morgue el 22 de octubre.
Sin embargo, tal como el libro de registro tal vez no refleje el número real de muertos en el río Mapocho, también contiene errores inexplicables, aunque no está claro en qué punto de la cadena de custodia se cometieron. Por ejemplo, el ex GAP Jaime Sotelo Ojeda aparece en los registros como muerto en el Puente Bulnes, a pesar de que se ha confirmado que fue ejecutado en el Fuerte Arteaga del Ejército en Peldehue; ahí se encontraron sus restos años después. En otro caso, seis pobladores de Puente Alto que fueron fusilados en el Puente Bulnes aparecen en el registro de la morgue como muertos en Camino Lo Errázuriz, en la comuna de Cerrillos.
Estas seis víctimas formaron parte de dos ejecuciones colectivas de pobladores en el Puente Bulnes – un grupo asesinado como castigo político, y el otro acusado de ser “patos malos”.[1]
Sobrevivir a la muerte
A Luis González Plaza le quedaba menos de una semana para cumplir 20 años cuando sobrevivió a su fusilamiento en el Puente Bulnes. Como único sobreviviente de la ejecución colectiva de un grupo de pobladores de Puente Alto, pudo reconstruir los hechos,[2] develando el modus operandi de la represión.
Había sido detenido sin explicación alguna el 12 de octubre de 1973 con un grupo de amigos en una quinta de recreo en Puente Alto por efectivos de Carabineros a mando del cabo primero Rubén Barría Igor, conocido en el sector.
También se llevaron detenidas a otras dos personas que vieron desde afuera el operativo y reclamaron por ello: Luis Verdejo y Luis Miguel Rodríguez. Todos fueron llevados hacia la Comisaría de Puente Alto. Eran 12 en total. Entre ellos estaba Leonidas Isabel Díaz, una adolescente de 16 años con seis meses de embarazo. De acuerdo al hermano de Luis Miguel Rodríguez, Ismael, y basado en lo relatado por el sobreviviente, la muchacha fue violada por carabineros en ese lugar.
Entre el grupo de detenidos había dos hermanos: Jaime y Luis Bastías Martínez. El segundo era conductor de bus y conocía a un sargento de carabineros de la comisaría. Este oficial lo liberó, pero no hizo lo mismo con su hermano. Otra detenida también conocía a uno de los oficiales de la comisaría, y él la dejó irse.
Los familiares acudieron a un carabinero que conocían, Ricardo Torres. “Él nos dijo: ‘Hagan algo antes de que se los lleven a Santiago’. Emilio Verdejo le pidió sacar a su hermano y le pasó plata. Este carabinero se fue a la comisaría y nunca más supimos de él. Años después, me dijo, llorando, que en esa época sabía que los asesinarían, pero que no podía decirnos nada. Ya se los habían llevado a Santiago,” relató Ismael Rodríguez a ArchivosChile.
En la comisaría de Puente Alto, a los familiares se les dijo que el grupo había sido trasladado al Estadio Nacional. Sin embargo, ya habían llegado a la Cuarta Comisaría de Carabineros en el centro de Santiago, quedando en un calabozo sin ser interrogados ni anotados en libro alguno. Según contó Luis González a Ismael Rodríguez, en ese lugar los carabineros de Puente Alto nuevamente violaron a la niña embarazada.
En esa comisaría, un Carabinero anunció a viva voz: “Estos son patos malos de Puente Alto. Hay que fusilarlos,” según establece el fallo condenatorio a Barría.[3]
Desde ahí fueron llevados en jeep por los mismos Carabineros de Puente Alto y un capitán de la Cuarta Comisaría, según declaró Luis González, a la ribera del río Mapocho cerca del Puente Bulnes. Uno de los carabineros les gritó que corrieran, mientras que desde el jeep, un oficial daba la orden de disparar.
Así fueron fusilados Luis Rodríguez Arancibia, Domingo Morales Díaz, Jaime Bastías Martínez, Luis Suazo Suazo, Luis Toro Veloso, Alfredo Moreno Mena, Luis Verdejo Contreras, David Gayoso González y Leonidas Isabel Díaz Díaz.
Todos cayeron hacia el lecho del río, unos encima de otros. Muchos murieron al instante, pero otros agonizaban. Carabineros bajó a rematarlos. Luis González estaba herido, con cuatro balas en el cuerpo.
“Me contó que tomó el cuerpo de Jaime Bastías y se lo puso encima. Vio como los pacos remataban. Uno llegó donde estaba mi hermano, que se quejaba de dolor. Le puso el cañón sobre el corazón y le disparó,” relató Ismael Rodríguez.
A González lo vieron ensangrentado. Lo patearon pero no se quejó. Al creerlo muerto, los carabineros se fueron.[4] De acuerdo a la resolución judicial sobre el caso, sobre los cuerpos les pusieron un papel que decía: “Carabineros de Chile”.
En declaraciones judiciales, el cabo primero Barría aseguró que desde la Cuarta Comisaría, los detenidos fueron trasladados a una subcomisaría y desde ahí dejados en libertad.[5]
Todos los cuerpos llegaron a la morgue. Extrañamente, en los registros del SML, Bastías, Suazo, Verdejo, Moreno y Gayoso, más un NN, fueron anotados como muertos en Cerrillos. A pesar de que el cuerpo de Luis Toro fue reconocido por familiares de las otras víctimas,[6] él no aparece llegando al SML. Sin embargo, hay dos NN que podrían corresponder a Toro (protocolos 3303 ó 3307): uno de ellos anotado como ejecutado en el Puente Bulnes, y el otro con el resto del grupo y erróneamente anotado como muerto en Cerrillos.
Todos ellos –incluyendo los dos NN- habrían fallecido el 14 de octubre entre las 4 y 4:30 horas de la mañana, consignó la morgue, al igual que otras dos personas que no formaban parte del grupo de pobladores de Puente Alto: Dagoberto Lefiqueo Antilef, de 22 años, y Florencio Cuéllar Albornoz, de 21.
De ellos, Alfredo Moreno, Luis Suazo, Florencio Cuéllar y Dagoberto Lefiqueo fueron enterrados en el Patio 29 del Cementerio General, de acuerdo a sus archivos. Los tres últimos se mantuvieron ahí hasta la masiva exhumación e incineración de restos del patio en 1981, sin el conocimiento de sus familias. En el SML, los funcionarios anotaron sus salidas: Lefiqueo y Suazo fueron retirados desde la morgue por sus respectivas madres y Cuéllar por su conviviente. Sólo en el caso de Moreno se reconoce que sus restos fueron trasladados al Cementerio por el propio SML.
Nueva Matucana
El otro fusilamiento colectivo de pobladores en el Puente Bulnes –al menos según quedó registrado en la morgue- fue de un grupo de la población Nueva Matucana, una barriada pobre de unas 600 familias emplazada en la ribera del río Mapocho entre las calles Matucana y Balmaceda, en la comuna de Quinta Normal.[7] Quedaba a tres cuadras del Puente Bulnes.
Habitada fundamentalmente por familias jóvenes y extremadamente pobres, adyacente a un basural industrial y atravesado por las líneas férreas del tren hacia Valparaíso, la población conoció desde temprano la discrecionalidad de la represión.[8]
El 23 de septiembre, el poblador Luis Eduardo Mateluna Gutiérrez, de 26 años, fue hallado muerto en el Puente Bulnes con múltiples heridas de proyectil, según consignó la autopsia 2821, que data su muerte dos días antes. El IML registró su lugar de muerte como la “vía pública”.
El mismo día en que se encontró su cuerpo, fuerzas conjuntas de Carabineros y Ejército allanaron la población Nueva Matucana, deteniendo a unos 20 pobladores; entre ellos estaba José Vidal Molina, un obrero de 27 años. Al día siguiente, el 24 de septiembre, aparecieron siete cadáveres en el río Mapocho. Todos ellos eran vecinos de la población Nueva Matucana arrestados el día anterior: Domingo Gutiérrez Aravena, Álvaro Acuña Torres, Miguel Moreno Caviedes, José Machuca Espinoza, Carlos León Morales, Sergio Aguilar Núñez y Guillermo Arriagada Saldías. [9] Vidal Molina no apareció con ellos.
Según los registros de la morgue, todos fueron ejecutados entre el 23 y 24 de septiembre en el Puente Bulnes, al igual que otras tres personas: Carlos Navarro Palma, Ramón Jara Espinoza, y una persona no identificada.
Es altamente probable que ese “NN” (protocolo 2870) – haya correspondido a José Vidal Molina, pero la negligencia, las omisiones y la premura de esos días en la morgue impidieron que fuera identificado en su momento, aún cuando su padre acudió al lugar en su búsqueda al día siguiente de su detención. Vidal fue trasladado como NN al Patio 29 y se mantuvo como detenido-desaparecido hasta 2011, cuando el SML confirmó su identidad entre los restos exhumados de ese patio común.
Si se hubiese hecho un esfuerzo por comparar los datos respecto de los ejecutados hallados en un mismo lugar y una misma fecha con los datos sobre personas desaparecidas que se buscaban en la morgue, se podría haber ahorrado un drama familiar que ha durado décadas. En la época y por la naturaleza de la situación dentro de la morgue, tal vez era casi imposible.
Los primeros ante el paredón
De acuerdo al libro de ingreso del IML, los primeros cuerpos encontrados en el Puente Bulnes y trasladados a la morgue correspondían a 12 personas ejecutadas entre el 19 y 20 de septiembre, según los informes de autopsia.
Entre ellos estaban nueve miembros del Dispositivo de Seguridad del Presidente Allende (GAP),[10] el estudiante universitario Enrique Ropert, hijo de Miria Contreras, “La Payita”, secretaria del presidente Salvador Allende – todos arrestados cerca de La Moneda el día del golpe militar – y una persona no identificada (NN).[11]
Otros dos miembros del GAP fueron detenidos con ellos desde las afueras de La Moneda, pero continúan desaparecidos: Domingo Blanco Tarré y Pedro Garcés Portigliati. Hay constancia de que Garcés llegó a la morgue, pero no fue identificado; [12] no así Blanco, quien permanece desaparecido.
Recientemente, se ha confirmado que cuatro de esos ejecutados en el Puente Bulnes fueron inhumados en el Patio 29 del Cementerio General: Carlos Cruz, Luis Gamboa, Óscar Marambio y Edmundo Montero. Ropert fue recuperado desde la morgue por sus familiares.[13]
“Enrique [Ropert] apareció en el Puente Bulnes…sólo eso hemos podido averiguar después de todo este tiempo. A lo mejor lo fusiló el grupo de [capitán de Ejército Mario] Caraves; eso nos dijo [cabo de Ejército Nelson] Bañados cuando lo entrevistamos [en 1988],” dijo su hermana Isabel Ropert a ArchivosChile. “Él me dijo que fusiló a Enrique, que se quedó con su carné de identidad incluso, pero no sé si creerle,” agregó.
El capitán de Ejército Mario Caraves Silva y el conscripto Nelson Bañados formaron parte de una unidad del Regimiento de Infantería Yungay que se trasladó a Santiago el día anterior al golpe militar. Al mando de esa unidad estaba del Mayor de Ejército Donato López Almarza. En declaraciones judiciales, Bañados afirmó haber fusilado a decenas de personas en el Puente Bulnes, entre ellos, al sacerdote español Joan Alsina, quien había sido arrestado durante un allanamiento de efectivos del regimiento al Hospital San Juan de Dios, donde trabajaba.
Otros seis trabajadores del hospital fueron detenidos en allanamientos en días anteriores: Manuel Briceño Briceño, Manuel Ibáñez García, JorgeCáceres Gatica, Raúl González Moran, Pablo Aranda Schmied y José Bagus Valenzuela. Según declaró el conscripto Bañados en la causa judicial por la muerte de Alsina, los detenidos fueron llevados primero al Internado Barros Arana, que había sido ocupado por el Regimiento Yungay para llevar detenidos. Alsina y otros siete detenidos fueron sacados de noche del lugar para ser ejecutados en el Puente Bulnes, dijo Bañados.
Todos terminaron en la morgue y sus identidades confirmadas en la época. No así Aranda y Bagus. Aranda, estudiante de medicina que hacía su práctica en el hospital, fue identificado en 1991 –asociado al protocolo de autopsia de un NN- cuando el Servicio de Registro Civil hizo una revisión de la identificación de víctimas a través de las fichas dactiloscópicas.[14] Recientemente se confirmó que había sido enterrado en el Patio 29 del Cementerio General. Bagus está desaparecido desde entonces.
En su declaración,[15] Bañados describió cómo fusilaban prisioneros en el puente: “Los matábamos de espaldas al río y se caían hacia atrás. Luego los recogíamos en el mismo camión y los llevábamos a la morgue. A veces eran como veinte en un día. Los que pasaron por el Barros Arana no se salvó ninguno. A Alsina lo iba a matar con la pistola pero lo hice con la metralleta para que fuera más rápido porque no quiso que lo vendara. Maté a más de cien. En ese tiempo estaba acostumbrado porque no tenía ningún problema. Pedían que no los mataran.”
Bañados aseguró que recibía las órdenes del capitán Caraves y que siempre fusilaba con metralleta. “Los fusileros éramos tres o cuatro, ya no recuerdo sus nombres, pero sé que dos han muerto, uno por suicidio y el otro en un accidente de tránsito. En todo caso, pienso que gran parte del Regimiento estaba en conocimiento o participó en hechos como éstos,” agregó en su declaración.[16]
Hoy una placa conmemorativa (LINK “placa puente bulnes.jpg”) en el Puente Bulnes recuerda el lugar donde encontraron la muerte los pobladores de Puente Alto, el padre Joan Alsina (LINK “MP Juan Alsina KSV”) y los trabajadores del hospital. El Muro de la Memoria (LINK “MP muro memoria KSV“) sobre el puente, creado por los fotógrafos Claudio Pérez y Rodrigo Gómez, recuerda a más de 900 detenidos-desaparecidos, con sus fotografías impresas en baldosas cerámicas.
Roberto Manríquez M. contribuyó a la preparación de este artículo.
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[1] Delincuentes.
[2] Luis González no ha querido dar entrevistas; aún sufre serias secuelas físicas y psicológicas por lo vivido. El relato a continuación se reconstruyó a base de sus declaraciones y las de otros testigos en la causa Rol Nº 188.723-MVE del Décimo Juzgado del Crimen de Santiago y la entrevista con ArchivosChile de Ismael Rodríguez, hermano de uno de los fusilados, Luis Miguel Rodríguez Arancibia, y a quien González le relató los hechos.
[3] Fallo dictado por el Ministro en Visita Mario Carroza, en el ROL 188.723-MVE por las ejecuciones de los pobladores de Puente Alto, 23 marzo 2010.
[4] Más tarde, Luis González se pudo arrastrar y caminar hacia un pasaje. Unos vecinos lo ayudaron y luego fue recogido por una ambulancia y llevado a la posta. Después despertó en el Hospital Barros Luco.
[5] Rubén Barría Igor fue condenado a 10 años de presidio por el homicidio de Luis Rodríguez. En marzo de 2010 fue condenado a continuar cumpliendo esa misma condena por la muerte de otros tres fusilados junto a Rodríguez. Barría está cumpliendo condena en Punta Peuco.
[6] Ver serie de artículos “Dentro del IML” aquí, aquí y aquí.
[7] Los pobladores de Nueva Matucana habían llegado a poseer títulos de dominio en 1971, gracias a una ley impulsada por las entonces parlamentarias Mireya Baltra y Gladys Marín. La población Nueva Matucana fue erradicada en 2010.
[8] El 12 de septiembre el estudiante de 17 años Miguel Cisterna Bocaz fue asesinado por militares apostados en la población. Cinco días después, fue detenido y hecho desaparecer Carlos Fonseca Faúndez, de 26 años. Más recientemente, sus restos fueron identificados en el Patio 29 del Cementerio General.
[9] A pesar de que el registro del SML indica que Acuña fue retirado de la morgue por un hermano, Machuca por su conviviente, Aguilar por su cuñada y Arriagada por su abuela, los archivos del Cementerio General señalan que todos ellos estuvieron enterrados en el Patio 29 hasta 1981.
[10] Ellos eran Jorge Orrego González, Luis Gamboa Pizarro, Edmundo Montero Salazar, Carlos Cruz Zavala, William Ramírez Barría, José Carreño Calderón, Óscar Marambio Araya, Gonzalo Jorquera Leyton y José Luis Sáez San Martín.
[11] Ver artículo “El agujero negro de las Fiscalías Militares”.
[12] Ver artículo “Registro Civil Identidades cruzadas, cuerpos sin nombre”.
[13] Ver serie de artículos “Dentro del IML”
[14] Ver artículo “Registro Civil Identidades cruzadas, cuerpos sin nombre”.
[15] Proceso judicial instruido en el Tercer Juzgado del Crimen de Santiago por la jueza Dobra Lusic sobre el homicidio del sacerdote Juan Alsina, iniciado en octubre de 1991, Rol No 59.954-1. La declaración fue citada en el libro “Páginas en Blanco: El 11 de septiembre en La Moneda”, de los autores Paz Rojas, Viviana Uribe, María Eugenia Rojas, Isabel Ropert, Víctor Espinoza e Iris Largo, Ediciones B, septiembre 2001. Edición electrónica publicada por Equipo Nizkor, España, 2003: http://www.derechos.org/nizkor/chile/libros/blanco/index.html.
[16] El capitán de Ejército Mario Caraves Silva y el conscripto Nelson Bañados fueron inculpados por la ejecución del padre Joan Alsina. Ambos están actualmente fallecidos.
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